lunes, 22 de mayo de 2017

MI DESAFÍO - CUARTO DESAFÍO


CUARTO DESAFÍO

Era más del medio día y Nastia aún permanecía bajo las mantas de su cama totalmente aletargada. La noche anterior tuvo que correr a un lado a otro limpiando los baños, los camarines y las gradas una vez que el partido finalizó. Gill le había advertido que si ganaban los Black Ice (el equipo local) quedaría un gran desorden, ya que la multitud celebraba eufóricamente cada victoria, lanzando por todos lados comida y refrescos.  

Tomó su antiguo y golpeado celular para entrar en a Facebook, eso le hizo recordar que debía recargarlo o se quedaría sin saldo y sin internet. Por suerte Mark le había dado un pago adelantado para que comprara un par de vaqueros y zapatillas cómodas para el trabajo.

Pero antes de entrar a la red social, visualizó dos mensajes nuevos en su buzón, abrió el primero.

Número desconocido:
No has cumplido tu desafío, rompiste la regla número tres. Esto causara repercusiones, cumple tus desafíos o esto empeorara. Suerte y recuerdas las reglas Nastia.



Sintió un escozor en sus ojos, no sabía si era porque acababa de despertar o por aquel mensaje tan aterrador. No entendía a se refería con “repercusiones” el juego cada vez era más extraño, ya no parecía un simple manera de entretención.

Miró el otro mensaje y un cosquilleo apareció en su estómago, ansiosa lo abrió.

Bev130:
¿Qué haz echo? ¿Por qué no cumpliste el desafío? Esto se pondrá feo, eres una tonta.

Los cosquilleos que antes había sentido, desaparecieron en seguida y se reemplazaron por un mal sabor en su boca, su rostro se volvió compungido. Realmente no entendía porque tanta importancia con ese tonto desafío.

Se zafó de las mantas enfadada, estaba aburrida de que todos la trataran mal, incluso aquel desconocido. Estaba harta de su vida, varias veces había pensando en suicidarse pero nunca era lo suficientemente fuerte para hacerlo realmente.

Se vistió con los mismos vaqueros del día anterior, pero esta vez con las ballerinas café, arriba se puso una camiseta rosada y un abrigo de lana blanco, a eso le agregó un gorro del mismo tono. El clima fuera estaba gélido, como lo era siempre Samara en invierno.

Sin tomar desayuno o comer algo, fue en busca de su bicicleta y antes de montarla colocó en sus orejas los auriculares.

Cada vez que exhalaba el aire por su nariz, una especie de humo aparecía, era culpa del frío que asechaba la ciudad. No le extrañaría que comenzara a nevar sin previo aviso.

Llegó al centro comercial y aparcó su bicicleta a un lado de otras que también estaban aseguradas al “aparcamiento de bicicletas”  sacó su móvil del bolsillo y cambio la canción, reproduciendo Stitches de Shawn Mendes, amaba escuchar música, sobre todo de artistas estadounidenses, canadienses o ingleses. Tal vez el mundo fuera una verdadera mierda para ella, pero eso cambiaba cuando la música golpeaba en sus oídos, podía transformar lo aburrido y triste en algo alegre y bailable. En otras palabras lograba crear su propio mundo, el mundo donde ella era feliz.

Al ritmo de la canción y con las manos en los bolsillos comenzó a recorrer las tiendas, buscando una que vendiera los vaqueros más lindos para entrar por ellos. No tardó demasiado cuando un cartel decía “ofertas de último impacto”  sin dudar entró a la tienda y varios vaqueros de colores estaban a precio rebajado <Algo de suerte para mí no está nada mal> pensó y sonrió mentalmente.

Habían tres mujeres de edad caminando con camisetas de la tienda, eran vendedoras que no tardaron en fulminar de mala gana a Nastia, para todos era un bicho raro y feo, incluso para la gente desconocida. Ella no se percató y siguió entusiasta buscando algo lindo que comprar, mientras coreaba parte de la canción en susurros “And now that I’m without your kisses, I’ll be needing stitches”  junto a unos abrigos visualizó vaqueros de color negro, su color favorito. Su madre odiaba que vistiera así, decía que el negro era diabólico por eso desde niña la vistió con faldas de colores horrendos, como el color mostaza o verde vomito de bebe, entre otros tonos nada lindos.

-¿Te puedo ayudar en algo?

Una mujer de pelo negro y gafas rojas se acercó con miedo hacia la chica, las personas eran tan prejuiciosas que por ver a una chica pobre y mal vestida era significado de persona peligrosa o ladrona.
Nastia estaba tan concentrada en la canción que ni siquiera oyó a la mujer, hasta que esta toco con asco el hombro de la chica, dándole un gran susto.

-Lo siento no quería asustarte. –dijo la mujer sínicamente. -¿Te ayudo en algo? –volvió a preguntar con mirada repugnante.

-Huumm… quiero estos.

Señaló los vaqueros negros que estaban frente ella.

-¿Tienes dinero? –la mujer seguía con su mirada desdeñosa.

-Sí.

Fue lo que Nastia se limitó a responder, su mundo a través de la música había sido roto por la mirada la vendedora, odiaba que la vieran como una niña peligrosa y pobre, bueno pobre si lo era, pero al comenzar a trabajar las cosas cambiarían.

Antes de seguir a la mujer para pagar, vio un sweater rosado claro de tela fina y largo, muy bonito, sin pensarlo lo tomó y lo llevó también.


Al salir de la tienda se encontró con una heladería, fuera hacia un clima gélido pero dentro del centro comercial estaba cálido y hace tiempo no tomaba un helado de chocolate.

Junto con su helado se sentó en una banca cerca de la pileta donde los pequeños arrojaban dinero para pedir deseos. Ya habían pasado tres canciones diferentes y volvió a sacar su móvil para buscar otra, esta vez el mismo artista anterior pero con la canción “Treat you better” siempre que estaba tendida en su cama y escuchando música imaginaba escenas tipo tráiler de ella con algún chico famoso, era entretenido, nunca había experimentado lo que sentía besar a alguien o gustar de alguien. Ni siquiera que alguien le tomara la mano por simple gusto de caminar a su lado.

En el momento que pone play a la canción visualiza a sus compañeros de secundaria, eran Ann, Nina, Vladimir e Igor, una parte del grupo popular y quienes más se burlaban de ella. Pero faltaba alguien Inna, la líder, la más malvada de todos ellos. Por suerte estaban demasiado lejos para verla, de todas maneras intentó estar agazapada a través de unas plantas que rodeaban el lugar.

Los cuatro chicos estaban muy serios conversando sobre algo que era imposible descifrar, pero se detuvieron cuando Nina sonrió enormemente hacia a un lado y saludo con su mano, segundos después el chico engreído de cabello castaño llegó a su lado. Era Mijaíl Gólubev el capitán de los Black Ice, el mismo quien la noche anterior miraba con tanto odio y aborrecimiento a Nastia, pero estaba vez llevaba unos vaqueros azules y un sweater negro.

Mientras en su cabeza seguía sonando la canción de Shawn Mendes puedo notar que uno de sus cantantes favoritos y Mijaíl no eran muy distintos, tenían el mismo tono de cabello y los ojos color miel, sonrió de lado divertida. Jamás había pensado en si encontraba a algún chico guapo, pero en aquel momento Mijaíl pertenecía a su nueva lista de “chicos guapos”.

Estuvo tanto tiempo pérdida en sus pensamientos y en los nuevos sentimientos que crecían en ella que no se percató cuando el grupo estaba muy cerca de ella. Se levantó de un golpe para huir de ahí pero la voz ronca de Ann la detuvo en seco.

-¡Bicho raro! –Ann estaba sonriendo burlesca.

-¿Qué llevas ahí? Apuesto de lo has robado. –Vladimir tenía aspecto de ser homosexual si no fuera porque se ha acostado con todas las chicas del Samara State (excepto Nastia por supuesto), su fachada quedaría al descubierto.

-¿No habrás sido tú? Bicho raro.

Nastia estaba tan nerviosa e inmóvil que ni siquiera prestaba atención a lo que escuchaba en sus oídos y mucho menos entendía lo que Nina le estaba diciendo.

-¿Tú crees? –preguntó Igor a Nina sorprendido.

-No me extrañaría, aparte de fea es envidiosa.

Se acercó unos centímetros más a Nastia y la señaló con el dedo.

-Si descubro que tú fuiste la culpable del accidente de Inna, juro que te mato.

El corazón de Nastia comenzó a palpitar tan rápido que sentía que en cualquier momento sufriría un paro cardiaco. No lograba a entender porque Nina la amenazaba de esa manera, siempre se estaban burlando de ella pero ¿matar? Era muy diferente.

-Ya basta. Vámonos.

Mijaíl tomó del brazo a Nina y la apartó de Nastia, sus miradas se cruzaron cuando tomó a la chica, pero rápidamente la desvió a otro lado, su expresión era fría como de costumbre pero algo tenía sus ojos, lastima tal vez.

-Yo puedo sola Misha. –dijo Nina molesta.

Se zafó de la mano del chico y se fue caminando con su trasero meneando de un lado a otros, los demás la siguieron y Mijaíl le dio una última mirada fría a Nastia, mientras ella estaba totalmente vulnerable ante la situación ocurrida.

Volvió a sacar su celular, detuvo la música y tecleo.

Nastia:
¿Qué sucedió con Inna? ¿Qué está pasando? Es hora de que digas la verdad.

Apretó enviar y caminó deprisa hacia la salida en busca de su bicicleta.

Al llegar a casa revisó su móvil, aún nada. El chico no se dignaba a responder, sacó de la nevera huevos y leche, y de un pequeño armario extrajo harina, aceite y sal.

Mientras mezclaba la leche con el huevo en una licuadora su smartphone vibró.

Bev130:
Repercusiones por tus acciones de no hacer el desafío. Inna está en ingresada en el hospital. Al terminar el partido alguien cortó sus frenos provocando un gran accidente, por suerte está viva, solo con huesos rotos.

Impactada al leer aquel mensaje y con sus ojos como plato, Nastia dejó la mezcla de panqueques y respondió rápidamente.

Nastia:
¿Alguien? ¿Fuiste tú? Esto no está bien, quiero renunciar.

Sus manos tiritaron al escribir.

Bev130:
Yo no soy el administrador de este juego Nastia, yo solo acato ordenes como tú. Mi misión es recibir tus desafíos, nada más que eso. Y no puedes renunciar. ¿Acaso no entiendes? Este no es un simple juego, comienza de a poco hasta que acabes con tu vida.

Los ojos de Nastia se aguaron rápidamente, estaba temblando por completo.

Nastia:
Yo no quería esto, no quiero lastimar a nadie.

Bev130:
Demasiado tarde. Ya lo has hecho. Una vez dentro no puedes salir, solo cumple tus desafíos y todo irá bien. Lo prometo.

La chica dio varios jadeos antes de responder, sus mocos estaban por caer pero los limpió con su manga. Odiaba su vida pero no quería destruir la de los demás. Si alguien debía morir era ella, solo ella.

Nastia:
Bien. ¿Qué hago ahora?

Bev130:
Al caer la media noche deberás ver una película de terror. “Espejos siniestros”, debes enviar cada veinte minutos una imagen para cerciorarme de que la vez, yo ya la he visto infinidades de veces, así que se cada escena. No hagas trampa o ya sabes lo que sucede.

De pequeña Nastia odiaba las películas de terror, cada vez que veía una y luego al dormir tenia pesadillas toda la noche e incluso varias veces se hizo encima. La primera vez le contó a su madre y esta enfurecida la dejó durmiendo fuera de la casa en el pequeño jardín húmedo de castigo, desde aquella vez jamás volvió contarle algo.

~*~

El reloj marcaba las 00:00 en punto, era hora. Buscó los dvd en la colección de películas que Anton guardaba en la habitación de su madre. Estaba de suerte, la película si estaba ahí.

Sacó una foto a la pantalla y la envió.

Nastia:
Comenzando a verla. Esto me da miedo.

Fue hacia la cocina y sacó dos paquetes de galletas de vainilla, comer tranquilizaba el pánico que le causaba ver esa tipo de películas.

Bev130:
No es tan terrorífica, es más asquerosa que aterradora.

Nastia:
Eres un maldito sádico. Apenas empieza y ya estoy que me hago encima.

Dejó escapar una risa al leer lo que acababa de escribir y luego se borró cuando miró el televisor y un hombre caminaba por un casa llena de espejos.

Bev130:
Te propongo algo. Vemos la película juntos, si patinas conmigo en la pista de hielo de tu nuevo trabajo.

Nastia se quedó atónita, apenas había pasado unas horas y el chico desconocido ya sabía de su trabajo, pero más le afecto que quisiera patinar con ella porque (1) jamás había patinado sobre hielo, ni sobre nada y (2) eso significaría tener frente a ella a un chico.

Nastia:
No puedo saber quién eres. ¿Recuerdas?

Bev130:
No he dicho fecha, tal vez un día. Si aún sigo vivo.

Un golpe de electricidad sintió en su pecho al leer esas palabras ¿Acaso él también estaba destinado a morir? ¿Incluso siendo curador?  Se cuestionó y capturó otra foto de la película para enviarla. Pero no escribió nada y del otro lado de la pantalla tampoco hubo más conversación.



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